La arquitectura como aliada de la salud

Hacia una orientación fisiológica de los espacios

Una pionera con mucho sentido común

En 1854, la británica Florence Nightingale desembarcaba en Turquía para trabajar como enfermera en el hospital de Escurati. Allí, los combatientes británicos de Crimea morían más por enfermedad que por heridas de guerra. La joven enfermera logró salvar muchas vidas al introducir medidas como separar a los enfermos en distintos pabellones con ventilación cruzada, dejar suficiente separación entre las camas e incrementar la limpieza y la higiene personal. Esta enfermera se convertía así en una precursora del diseño de hospitales.

Florence Nightingale fue una visionaria al entender el impacto del entorno sobre la salud del paciente. Fue pionera en el concepto del ‘healing environment’, es decir, de cómo manipular el entorno para convertirlo en terapéutico. En su obra Notes on Hospitals (1859), escribía: “Las intervenciones adecuadas en el entorno pueden evitar enfermedades”.

La naturaleza como elemento sanador

Veinte años después de la muerte de Florence Nightingale, los arquitectos Alvar Aalto y Aino Marsio diseñaron el Sanatorio de Paimio en medio de un bosque finlandés, para enfermos de tuberculosis, centrándose en la salud del paciente. Aún no existían los antibióticos, y los arquitectos, conscientes de que el sol era un factor clave en la recuperación de esta patología, basaron su diseño en el máximo aprovechamiento de la luz natural, la ventilación y las vistas al exterior. Tanto el emplazamiento como la orientación del edificio siguieron esta premisa. El bloque de hospitalización cuenta con extensas terrazas, donde los pacientes pasaban largas horas al aire libre, y con elementos característicos del Diseño Centrado en las Personas (DCP): grandes ventanas para ver la naturaleza desde la cama, un cuidado diseño del mobiliario y color en las paredes y techo de la habitación.

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Florence Nightingale y el soldado moribundo. Imagen vía Wikimedia Commons

El impacto positivo de un entorno adecuado, avalado por la ciencia

La afirmación de que el entorno influye en el bienestar de los pacientes hoy en día nos parece razonable y sensata, pero hasta 1984 no se produce un posicionamiento científico al respecto. Entre 1972 y 1981, el profesor y arquitecto americano Roger Ulrich recogió datos acerca de la recuperación de pacientes tras una operación en un hospital suburbano de Pensilvania. Se trataba de determinar si el hecho de que el paciente tuviera una habitación con vistas a un entorno natural podía tener influencias positivas mesurables. Los resultados mostraron que los 23 pacientes a los que sí se les asignaron habitaciones con vistas a la naturaleza tuvieron una estancia postoperatoria más breve, tomaron menos analgésicos y recibieron menos evaluaciones negativas de las enfermeras que los 23 pacientes alojados en habitaciones con vistas a un edificio. La publicación de este estudio en la prestigiosa revista Science supuso una mayor conciencia del impacto del espacio y el diseño de hospitales sobre el estado físico y anímico del paciente.

Desde entonces, se han multiplicado los estudios acerca de temas similares que, a fin de cuentas podrían, además, reducir los costes sanitarios.

A partir del estudio de Ulrich se desarrolla el Diseño Basado en la Evidencia (EBD), que se define como la toma de decisiones sobre el entorno construido a partir de investigaciones rigurosas y fiables, con el fin de mejorar al máximo los resultados en salud. Esta línea demuestra que el diseño de entornos físicos puede afectar a la calidad de la atención y a los resultados médicos del paciente. La influencia emocional del espacio como posible factor de sanación física, reafirma la definición que promulga la OMS sobre la salud, como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Elementos como el confort sensorial, la acústica, el diseño biofílico, el diseño centrado en la persona, la sostenibilidad o el EBD son algunas de las herramientas que nos permiten diseñar espacios generadores de salud.

Habitación de parto integral (UTPR) en el Hospital Universitario de Getafe en Madrid, España, diseñado por Parra-Müller Arquitectura de Maternidades. Photo © Parra-Müller Arquitectura de Maternidades

Habitación de parto integral (UTPR) en el Hospital Universitario de Getafe en Madrid, España, diseñado por Parra-Müller Arquitectura de Maternidades. Photo © Parra-Müller Arquitectura de Maternidades

Espacios saludables, sostenibles y confortables: generando salud

Pero a las puertas de la tercera década del siglo XXI, pensar solo en espacios más saludables es conformarse con muy poco. En este momento, a inicios de la era post-antibiótica, la tecnología cabalga a lomos de la inteligencia artificial y de la medicina de precisión, y se cuestiona el modelo de hospital actual. Ahora que los grandes retos de la humanidad giran en torno a la urgencia de cuidar el planeta, los hospitales –y demás edificios- deben ser, además de sostenibles, saludables y confortables, lugares que cubran las necesidades físicas y emocionales de los usuarios, edificios que no solo nos eviten enfermar, sino que generen salud.

Un ejemplo reciente de mejora de resultados en la salud es el área de parto natural del Hospital HM Nuevo Belén de Madrid, cuyo proyecto desarrollamos en el estudio. Diseñamos tres unidades de parto integral, salas de espera y zonas auxiliares para el personal médico, con un enfoque fisiológico del espacio, dando respuesta a las necesidades de la mujer y del resto de personas implicadas durante un proceso de parto. Desde la amplitud espacial para moverse, el uso de materiales naturales, la regulación del sonido, la iluminación o la temperatura; hasta un ambiente no hospitalario o lugares donde guardar el instrumental médico fuera de la vista, entre otros. Dado que en el resto del hospital se seguía dando a luz en las condiciones tradicionales, fue fácil comparar los resultados obstétricos entre ambos modelos, con conclusiones asombrosas sobre el nuevo: reducción drástica de la tasa de intervenciones; descenso del uso de la epidural hasta a la mitad al equipar cada habitación con ducha y bañera de dilatación y parto; y tres veces menos nacimientos por cesárea que en el resto del hospital.

Nuestros espacios sanitarios piden a gritos ampliar la mirada. Ya no nos contentamos con controlar la enfermedad, sino que queremos eliminar los efectos secundarios de las intervenciones, crear entornos que calmen al paciente y cuiden al profesional, y atender las necesidades físicas y emocionales de toda la sociedad a través del diseño de hospitales.

Imagen principal: Sala de parto del hospital HM Nuevo Belén, Madrid. Foto: © David Frutos